Los masajes son una experiencia relajante, terapéutica y placentera, tanto a nivel físico como mental. El masaje también llamado masoterapia, nos ofrece múltiples aportes. Entre ellos aliviar el estrés, así como el cansancio físico y emocional del día a día.
Los masajes son, sin duda, una experiencia relajante y terapéutica. Para lograr los efectos reales y los aportes al cuerpo humano y también para la relajación de la mente. Pero ¿cómo identifico el masaje ideal para mí?
OBJETIVO DEL MASAJE
- Antes de elegir un masaje, debemos saber qué tipo es el que necesitamos. Hay decenas de técnicas que ofrecen distintos aportes. Quizás tenga ganas de acudir a un salón para relajarse, para tonificar, para luchar contra ciertas dolencias, etc.
- Para identificar el masaje adecuado la masajista realizará una serie de preguntas sobre su estado físico actual (existen algunas condiciones físicas para las cuales el masaje no es apropiado), su nivel de estrés y si alguna parte de tu cuerpo es especialmente sensible por ejemplo.
- Cuando tengamos un malestar corporal o anímico no definido (no sabemos por qué exactamente, pero sentimos que no esta todo como debería estar), elegiremos un masaje que trabaje todo el cuerpo en movimientos continuos y fluidos con el fin de armonizar.
TÉCNICAS DE MASAJE
- Roce: es con la que se inicia y finaliza cualquier sesión de masaje. Consiste en deslizar la mano sobre la piel de forma lenta y uniforme para lograr el calentamiento de los tejidos. También se puede aumentar la presión de modo que afecte a zonas más profundas.
- Fricción: de este modo se movilizan los planos superficiales de la piel sobre los tejidos musculares ejerciendo sobre ellos una presión controlada mediante movimientos circulares y elípticos. Puede servir para eliminar el dolor.
- Percusión: se aplican golpes, ligeros, rítmicos y repetitivos con la mano. Se utilizan para intensificar la circulación sanguínea de los músculos.
- Hachadura: es similar a la percusión, aunque en este caso los golpes se dan con el borde de la mano.
- Amasamiento: el objetivo es lograr la compresión simultánea de la piel, el tejido subcutáneo y los músculos adyacentes. Consiste en coger, deslizar y levantar los tejidos musculares, intentando despegarlos y desplazarlos transversalmente de un lado a otro, ejerciendo simultáneamente una presión y un estiramiento con un ligero movimiento de torsión.
- Compresión: en este caso no se desplazan las manos, sino que se comprime y presiona la zona que se está tratando.
- Vibración: se realizan movimientos de compresión estática variando rítmicamente su intensidad. Estimula la circulación sanguínea y genera un efecto relajante y sedativo en el sistema nervioso central.
Éstos y muchos otros más aportes comprobados a nivel médico, son la escusa perfecta para hacer el masaje parte de nuestro sano vivir.
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